Un sueño: estampa de vida

   


   Sudar mientras sueñas que te persiguen, despertar entre gritos o entre risas extrañas, sentir que caes y sacudir el cuerpo para evitar el golpe, añorar personas que ya no están, ¿quién no ha pasado por eso? Los sueños, si bien encierran muchos misterios, para mí son estampas de vida por todo lo que nos hacen SENTIR.

      Hace unas noches tuve uno de esos sueños en los que uno siente, siente bien. No sé si te ha pasado, pero además da la impresión de que has soñado toda la noche y en realidad han sido unos minutos nada más; quizá solo unos segundos. A veces, los sueños son tan lindos que si despiertas para ir al baño (mi caso, muchas veces) quieres volver a dormir para seguir en la “escena”, y por más que le ordenes al cerebro que vuelva al punto donde te quedaste, como si fuera una serie de Netflix a la que le pones pausa, es imposible seguir dis-fru-tan-do.

      Otras veces urge que esa realidad del sueño se acabe, porque la mente no distingue que la escena macabra en la que te ves sudando, gritando y en angustia, es solo un universo paralelo que no es tu vida. 

      Reconozcamos, pues,  que la mayoría no somos de los que podemos tener sueños lúcidos y controlamos si estamos soñando o estamos siendo objeto del juego onírico. Osea que no podemos cambiarlos a voluntad o decir, “claro, esto es un estúpido sueño y no me voy a sentir mal…”. 

      En realidad no pretendo dar cátedra de algo que no sé. Quiero escribir esto para que no se me olvidé lo que SENTÍ con este sueño en particular, porque desperté con un sentimiento que no experimentaba hace mucho: se trata de esa ternura que solo te puede expresar alguien que te quiere mucho, que te procura, te extraña y te ha estado esperando; alguien cuyo simple roce sobre el pelo o sobre la ropa es suficiente para despertar una avalancha de emociones lindas. Anoche, un ser querido me apapachó el alma y la dejó llena, llena, llenita de luz, alegría y de añoranza.

      Si un sueño puede hacerte enloquecer de terror, también puede lo mismo por amor. Si resulta que en la visión del sueño reconoces a esa persona que crees olvidada, porque ha desaparecido o muerto, pero regresa para rozar tu imaginación onírica con su energía de amor, es suficiente para descolgar en la cara una sonrisa.


En mi caso, fue sentir la ligereza de una mano sobre mi sudadera azul, así de simple, así de fuerte...

      Sea, pues, linda la vida que es sueño, ¡y los sueños que dan vida! En este mundo de los metaversos, los multiversos y los todo tipo de versos --incluídos los poéticos--, me resulta padrísmo que venga un sueño y me acaricie por unos instantes con una imagen para dejar en el alma una emoción que aún me sabe a verdad. Porque “el individuo que vive, sueña lo que es hasta despertar”.

      Un rincón del alma
      Un poema que cobra vigencia para este relato…

SEGISMUNDO

Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son. 

Poema “La vida es sueño”
Calderón de la Barca

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Mi encuentro con el virus (Parte 2)

Los cambios AC-DC