Transparencia

Sin producción, pandrosilla, transparente

      

     Ayer hablaba de transparencia en las personas con mi querida amiga Esther. Fuimos a correr y, como en toda buen plática de mujeres, hablamos de nuestras vidas, de amores, de trabajos, alegrías y preocupaciones.

 

     ¿Por qué nos da tanto miedo abrirnos y mostrarnos como somos? Entre un paso y otro nos contamos del trabajo individual que hemos estado haciendo cada quien para salir de nuestros propios hoyos negros y resanarlos poco a poco, para vivir más libres y con menos cargas.

 

     Pero cuando vas haciendo este trabajo, espejeas en los otros lo que te costaba trabajo ver en ti misma. No sé si me explico: Antes no veía con claridad mis trampas de autosabotaje, mis vicios, mis miedos (que aún tengo un buen) y mis dudas. Pero conforme trabajo en mi propio desarrollo, es más fácil identificar las conductas que no se alinean con el bien, y ver el comportamiento de otras personas, ayuda mucho.

 

     No es que nos hayamos puesto a criticar gente, no. La verdad es que con el tiempo hemos entendido que eso de criticar destruye, no a quien criticas, sino a una misma. Más bien hablábamos de nosotras a través de los ojos y los rasgos de los demás. Es padrísimo que cada persona, cada relación, cada encuentro es una lección de vida. Y está increíble darte cuenta de los cambios que has experimentado y de los que aún quieres hacer.

 

     Esta misma semana escuchaba con mi maestra Paola Pagazza un comentario sobre las personas vitamina, que es lo contrario a las personas tóxicas. Ella decía que todos podemos ser personas vitamina o personas tóxicas para diferentes personas. También es una reflexión buena para hacer el fin de semana. Seguro que eres vitamina para mucha gente que te rodean. Pero, ¿has sido tú una persona tóxica para alguien?  A mí me ha dejado pensando…

 

     Y no para flagelarme, sino para meditar sobre ello y entenderme mejor.

 

     Pues bueno, ando un tanto reflexiva. Espero no aburrir. Pienso que es fácil ser transparente y ocioso relacionar este aspecto con la vulnerabilidad, a menos que te rodees de gente macabra, con malas intenciones ante quienes no se puede ser abierta y derecha. Pero si te juntas y atraes a personas limpias, honestas, con buenas intenciones ¿por qué no habrías de serlo?

 

     Creo que ya he escrito aquí el dicho del abuelo Elías, a quien no conocí más que por anécdotas:  “Vivir bien no es trabajo; vivir mal, es trabajo”.

 

     


     Notas del alma

     El café con kilómetros de rica plática me llenó de certezas y alegrías de seguir trabajando en el eje de que solo el bien es real, la vida es individual y nadie te hace nada si tú no lo permites. 


Hasta la próxima taza de café.

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