Un café con alguien

        





        Qué rico es sentarse a tomar un café o una copita de vino con alguien lindo, agradable, con plática bonita y buen vibra. Es menester salir de la rutina del zoom, del ruido de las noticias y del laberinto de escobas y trastes sucios de la casa. Convivir con las personas que son importantes para mi es como si saliera el sol dentro del corazón. 

        Se supone que uno no se debe andar paseando todavía, pero hace unos días, mi querida amiga Mire, que se cuida mucho, me transmitió la reflexión de un amigo suyo. Más o menos lo que entendí del mensaje es que al encerrarnos, no nos estamos cuidando tanto, solo nos protegemos del virus, pero descuidamos otros aspectos importante de nuestras vidas, indispensables para ser felices.  El amigo concluyó diciéndole algo así: “Lo que debes hacer es ajustar tu vida, porque no debemos negar que ya nos cambió la forma que conocíamos de vivir.”

        La reflexión me hizo eco y confirmó lo que yo siento en el corazón: la vida y la alegría está en compartirla con otros. Agradezco mucho que este blog me haya acercado a personas que no tenía tan próximas y a amigos del pasado con quienes ahora me reconozco. Es un poco raro que a veces no tenga mucho que contar porque ahora escucho “sí, lo leí en tu blog”, pero también es halagador y rico que conozcan parte de mis pensamientos, anécdotas e ideas.

        Hace poco conecté con Paty, una amiga de la secundaria. Vivimos una tarde súper agradable, con la promesa de volvernos a vernos. Con ella confirmé cómo el tiempo acentúa las semejanzas y entrelaza las historias, de las cuales se puede compartir, aprender y resolver en equipo.

        También tomé café con mi hermana. Es una delicia podernos ver y platicar de cotidianidades y de cosas de familia o comprar alguna cosa juntas. Disfruto mucho, mucho su compañía. Ella es mi confidente, mi mejor compañera y mi brújula.

        Luego he podido tomar café con mis primas Lili y Caty. Cuando dispones de tiempo para charlar surgen temas de todos tipos: desde tips para renovar algo en casa hasta anécdotas de familia y vidas pasadas. Lo rico de platicar con la familia es que no tienes que desarrollar contexto; la plática fluye y fluye porque la masa de este pan es exactamente la misma. 

        Tengo promesa de tomar café con más amigas y amigos, como Blanca y Pera o Ur y Mariana. Mi lista crece y mis ganas de cambiar ideas y anécdotas, más.  Vero, que vive en Alemania, me decía que allá se han vuelto a encerrar y como el pueblo alemán es sumamente ordenado y obediente, le han llamado sus amistades casi casi para despedirse, porque “quien sabe si se vuelvan a ver”. Comparábamos ese escenario con México: aquí todos hacemos lo que se nos da la gana, pero dentro de toda esa libertad, debiéramos ser más responsables.

        ¿A dónde voy con mi choro de doble moral? Creo que guardarse está bien, pero como dijo el amigo de Mire, debemos cuidar todos los aspectos de nuestra vida y de vez en cuando, incluir un apapacho aunque sea con la mirada. Por eso, escapar a tomar un café o a caminar a un parque con alguien es tan o más sano que tomar Omega 3. Eso pienso yo.  Tú, ¿qué opinas?

        Notas del Alma
        Una taza de café es un pretexto para hacernos cómplices por un rato y salvar al mundo de los malos héroes; tejer historias para el futuro, recordar el pasado como si fuese épico, contar grandes amores como novelas de Flaubert o simplemente vernos y sonreír con los ojos. Porque cuando recargas los codos sobre una mesa de café, el tiempo pasa y te das cuenta de que no pasa nada. 

¡Hasta la próxima taza!


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