Vivir al día
“Vivir al día” es una expresión que escuchamos mucho en el argot popular para referirse a ir pasándola más o menos, con lo que va cayendo de lana para cubrir los gastos de cada día. No me quiero referir a esta idea (aunque a veces siento que estoy a poco de vivir así), sino al concepto de ir tomando la vida como viene.
Hace semanas, meses y tal vez dos años que vivo la vida como viene. Pero últimamente estoy imparable con eso, a tal grado que el 2020 lo inicié trabajando en consultoría de manera muy formal, con un proyecto en grande, y terminé montando árboles de Navidad. No me arrepiento. El 2020 fue un año muy movido, de grandes enseñanzas, pero --a diferencia de este-- tenía una vaga idea de lo que iba a suceder con mi trabajo, mi vida personal, romántica, etc. La verdad es que nada de eso sucedió como me lo imaginaba y aunque, terminé viviendo al día, saber que había un caminito trazado me daba un poco de paz.
Este año inició sin rumbo fijo: había que desmontar algunos árboles de Navidad, empezando por el mío, y con ello, desmantelar un sueño de negocio que no seguiría como lo proyectamos al inicio. Entonces llegó el peregrinar de sueños, el patear la lata a ver a dónde se dirigía el bote para tomar ruta, el tomar lo que viniera sin dejar decaer el entusiasmo, el soñar e imaginar cómo podía proveerme un trabajo rentable y amable en el más amplio sentido de la palabra.
Así que me enganché de lo que fue apareciendo: una licitación en comunicación, una oportunidad de asociación para vender props de boda, un nuevo oficio floral y la posibilidad de retomar las clínicas de aguas abiertas. De todos estos proyectos, el único que sobrevive ahora es mi aprendizaje floral que, como es educación, todavía es un negocio incipiente.
Esta fue una semana particularmente apachurrada, porque me cayó el veinte de que estoy de nuevo en la línea de salida. Me reconforta pensar que energéticamente el año apenas va a comenzar, así que, en ese sentido, estoy a tiempo. Pero, vamos a ver… En estos dos meses, también he leído, estudiado y cultivado mucho el autoconocimiento, por eso, no me puedo dar el lujo de mandarlos al cajón de las cosas perdidas.
Ayer fui al mercado de Jamaica a comprar mis flores. Entre puestos y gritos de “pásele, qué va a llevar”, pensé que lo que no me puede llevar es la tristeza ni el desgano. Zigzagueando por puestos y frutas, me reagrupé un poco como pasa con esas flores que tienen miles de pétalos o un montón de botones que les dan la posibilidades de ser hermosas más de una vez y van floreando en diferentes momentos de la semana: una a la vez.
Quizá ya no llegaste a este punto, ya te aburrí y me abandonaste en mi tristeada. Pero aquí es cuando te necesito, porque empiezo a entender que este 2021, trátese de lo que se trate lo voy a vivir un día a la vez, como esas flores de múltiples botones, o como los alcohólicos en rehabilitación, o como mis mascotas que no entienden si ayer fue un jueves del 2020 o de 1990; les da lo mismo. Ellos viven un día a la vez.
Hoy, lo que tengo es salud, montón de conocimientos, dos manos hábiles y posibilidades. Quiero pensar que algo bueno voy a hacer con todo esto que sé y he cultivado. Por eso me gusta y cito un post que leí en el #YoCreoUnMéxicoMejor que coordina mi amiga Gaby Delgado: "No tengas miedo de volver a empezar. Esta vez no estás empezando desde cero. Estás empezando desde la experiencia." Vamos a ver qué ocurre. Ya lo iremos platicando.
Cuéntame, tú, ¿cómo se ha movido tu vida últimamente? ¿Estás en la rutina de la pandemia-home office o te atreviste a cambiar cosas?
Notas del Alma
Cuando arreglo flores, el tiempo se detiene y solamente estamos ellas, mi corazón y la idea de crear algo hermoso con un propósito específico. Así deberían de ser todos los trabajos… pienso.
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