¿Qué hay de nuevo?
Pues pasó un temblor, un cumpleaños, el semáforo epidemiológico cambió a verde, la calle se llenó de autos, el COVID parece un tema del pasado, el clima refrescó y el horario de verano se fue. 2021 se termina y el año pospandémico, a mi juicio, ha sido más zalamero que el apocalíptico 2020. No sé si porque lo sentí como la resaca de la ola, el caso es que la revolcada del año pasado no tuvo el efecto sicoeconómicosocial de este. Con todo, yo no suelto mis clases de “échale ganas a la vida”; de eso platicaré otro día.
La sala de mi casa rebosa de adornos navideños, producto de un exceso de inventario (y de entusiasmo) del proyecto que iniciamos el año pasado. Ser emprendedora tiene su chiste… ya me lo habían dicho. Tengo un hermoso bazar que parece la casita de Santa y eso me ha dado la oportunidad de contactar con algunos amigos que solidaria o genuinamente interesados en Navidad se acercan a comprar. Eso está muy bien, espero terminar con esto pronto mientras contribuimos a crear felices navidades para otros. Solo que toda esta apariencia navideña –que será un parpadeo-- me hace preguntarme en dónde estoy parada hoy.
Es impresionante comprobar que la vida es, efectivamente como una ola, va y viene las veces que sea necesaria. Es un eterno comienzo. Lo bueno es que el agua nunca es la misma. Siempre se renueva.
Hace unos meses fui a un retiro de yoga a Jalcomulco con Mariana, una maestra, chamana, amiga, atleta, coach. Una hermosa persona. En el evento había un chico de 14 años que cuando se presentó contó que entraba a otro ciclo escolar y estaba ansioso por los cambios que le esperaban en su nueva vida. Me conmovió ver su frescura y oírlo usar palabras adultas para describir su incertidumbre. Cuando tocó mi turno, no dije algo muy diferente, lo vi y le comenté esto, que vives años, ciclos, etapas y después regresas a un punto de partida. Sí, sí, con otra perspectiva y experiencia, canas y todo lo demás, pero al fin, punto de arranque, ¡en el terreno que sea!
Así que después del bazar navideño y de comer bacalao y de cerrar este ciclo pospandémico, habrá un nuevo banderazo de salida.
La vida es ese río que fluye, a veces tranquilo, a veces alocado, como en los rápidos de Jalcomulco. Hay que agarrarse fuerte para no salirse de la lancha, y en el día a día no hay que dejarse arrastrar por la duda, porque esa, cuando aparece, todo lo desborda y tuerce la ruta.
Así mis reflexiones. ¿Las tuyas? ¿Cómo te va en la pospandemia?
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