La actitud del trapo
En esta época de confinamiento donde estamos encerradas, aferradas a la escoba y el trapeador, como la mismísima muñeca fea, no quiero hablar de mi relación tormentosa con la jerga –que sí la tengo—ni con el cloro ni con el ajax. Quiero hablar de la importancia que tiene para mí bañarme todos los días antes de las 2:00 de la tarde (porque a veces la mañana se alarga en juntas, ejercicio y otros trajines) y darme tiempo para arreglarme. En estos días no, no me súper arreglo la pestaña ni me pongo mi mejor ropa para salir, pero siempre procuro vestirme, peinarme, colgarme aretes y ponerme base en la cara. ¿Para qué? Para que cada que vaya al baño o me atraviese en un espejo, me sienta viva, revitalizada y me den ganas de sonreírme.
¿Por qué no los pants?
Porque no estamos enfermas ni haciendo la limpieza ni es el día después de Navidad. Es un día ordinario y si empezamos a usar pants todos los días vamos a fodonguear nuestro estilo. No solo los miembros de nuestra familia nos van a etiquetar como “pandrositas”, sino que se nos va a empezar a hacer costumbre, y ahí está lo peligroso. Los hábitos se construyen en 20 días… dicen, y encerradas ya llevamos más de 5 semanas.
El truquito de la foto
Para que valga la pena la estiradita de pelo y la base en la cara (aunque no haya producción de alfombra roja), yo lo que hago es que me tomo una foto, generalmente locadia, y se la mando a mi hermana o a una de mis mejores amigas. Ya tengo una buena colección de fotos del COVID-19. Nos ha funcionado para divertirnos y, en mi caso, para no deprimirme por la escasez de trabajo y por la situación personal que estoy viviendo con mi pareja. Festejo que tengo salud y que estoy trabajando.
Así que esa es mi recomendación.
Notas del alma
Mi madre, QEPD, siempre decía: “vístete según la importancia que des a un evento”. Si le damos importancia a este día, no lo recibamos con los pelos de punta y los dientes sin lavar. ¿Qué opinas?
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