¡Al agua fría!

 

        A veces necesitamos que alguien nos dé ese empujoncito para animarnos a hacer las cosas. Bueno, al menos yo sí. Cuando dudo de alguna idea que me parece muy loca, difícil de concretar o que desconfío de mi capacidad para terminarla, siempre recurro a alguien para que me termine de aventar y hacerla… o no.

 

        No sé. Pero por eso creo que estamos hechos para vivir acompañaditos de otro tipo de personalidades, para que eso que nos falta, se complemente con el entusiasmo y cariño de alguien más. Normalmente son amigos y familia. Pareja, también. Hijos, en el caso de quien los tiene.

 

        ¿Por qué necesitamos ese pequeño empujón? Me imagino a la orilla de la alberca y alguien adentro diciéndote “ándale, aviéntate, no está tan fría”, pero tú mueres de nervios. Quieres entrar, pero sabes que necesitas ese “aviéntate” para hacer algo que ya decidiste hacer, solo necesitas esa palabra-empujón.

        ¿Qué pasa cuando esperas esa porra y naaaaadie te pela?  A veces, como no llega, te das la vuelta y nomás no te avientas. 

Cozumel, Qro.

Foto: cortesía Ulrike Stein

        Quiero contarles que en mi vida adulta he tenido los mejores porristas: mi hermana, mis amigos y mis colegas de trabajo. Y antes, cuando vivía, mi madre. Gracias a ellos he hecho muchas cosas. Hoy, por ejemplo, entregué mi proyecto personal de trabajo que espero me rinda muchos frutos laborales. Ahorita solo ha representado sembrar horas de esfuerzo y dedicación, pero espero que llegue el momento de la cosecha. 

Y es que estuve a punto de dejarlo a la mitad, ¿por qué? Por falsas creencias: porque sentía que estaba compitiendo con grandes consultorías, porque no creía que estuviera bien hecho, porque el tiempo me estaba consumiendo, porque representaba una inversión sin promesa de pago, porque sí, porque el sol, porque Júpiter, porque el COVID, porque, bla, bla, bla, etc.

 

        Pero cuando le platicas a un amigo la idea y le pasas a una amiga un borrador y le cuentas a tu hermana que te sientes caer, tu red de seguridad te atrapa y te pone de nuevo en pie. Eso me produce una enorme gratitud.

 

        Tengo que decirlo, porque también me he dejado caer. También he preguntado a personas de mucho cariño y confianza, ¿cómo ves esta idea? esperando encontrar una porrita y lo que obtienes es “¿y eso para qué lo quieres hacer?” “¿Mmmmh vas a invertir sin ganar nada?” Y entonces escuchas el consejo equivocado y no te metes a la alberca. Solo te das cuenta cuando pasa el tiempo y te reclamas por haber escuchado un consejos que no te iba a ayudar a crecer. Eso también me ha pasado. La siguiente escena ha sido regresar como Charlie Brown caminando cabizbaja a casa a ver el techo.  ¡Qué frágiles podemos ser para algunas cosas!

 

        Yo creo, que en mi caso, depende del tema, porque hay cosas para las que no pregunto. Solo las hago, pero hay otras para las que sí necesito esa palmadita en la espalda. Y sí, tiene que ver con experiencias y creencias que acumulé en mi vida y ya no me sirven.

 

        Pero mientras las trabajo, ahí está mi red de seguridad de personas amadas, que confían, apoyan mi talento, me ayudan a ver puntos ciegos y me animan a aventarme al agua. Gracias a ellos, avanzo y gracias a mí, crezco.

        Hoy escuché que nadie puede estancarse porque la vida es un constante fluir, así que avancemos y démonos ese empujón positivo unos a otros; sobre todo ahorita, que nos necesitamos tanto.

¿Has vivido algo parecido? ¿Cuéntame?

 

        Notas del alma

        Mi alter ego publicó en la página www.tribucultura.com el plan estratégico para contribuir con las empresas a encontrar la nueva normalidad. Ese fue el proyecto que vio la luz gracias a mis apoyos morales. Mi alma y mi otro yo los amamos.