Di que sí
“¡Tengo muchísima sed!”, era una expresión típica de mi madre para referirse a que no había tomado café en la mañana. Y justo así me siento, con sed de compartir el café con alma porque ya tenemos sed de chisme.
Decir que sí a una taza de café o a una copita cuando te la invitan, hace sentir bien. Decir que sí facilita la interacción y agiliza las relaciones. Decir que sí cuesta menos que decir que no. ¿Por qué digo esto? Hagamos un reviu (sic) de nuestras últimas respuestas.
1. Cuenta cuántas veces has dicho que sí esta semana (o fin de semana) y cuántas has dicho que no.
2. Ahora piensa en los efectos que han traído esos sí y esos no.
¿Qué estuvo mejor?
A mí me pasa que cuando digo que sí las cosas que ocurren son mejores que cuando niego, pero muchas veces, no soy consciente de ello. Cuando dices que sí a todo –o a casi todo—abres la posibilidad a que pasen nuevas aventuras, conozcas amistades, descubras conocimiento que antes no tenías, te enteres de novedades, te diviertas o, en el peor de los casos, gastes un poco de tiempo y dinero. No pasa de ahí.
En cambio, cuando dices que no a todo, mandas un mensaje muy poderoso de cerrazón y negatividad a la vida y lo que pasa es que evitas a los amigos y las ocasiones, esquivas la ayuda, cierras las puertas a la aventura y al nuevo conocimiento, y lo que puedes estar abriendo son las puertas a largas discusiones o dificultades por decir no a todo sin calcular las pérdidas.
No me gusta comparar géneros, porque creo que tiene que ver más con la personalidad y la historia de vida de cada quién, pero sí pienso que a las mujeres nos es más fácil confiar y acceder. A algunos hombres les cuesta más trabajo decir que sí y dejarse ir. Tengo una tesis de "sicología Vips” que voy a aventurar: Puede ser
a) por pena
b) porque no les enseñaron a recibir
c) o por creer que “ellos solitos pueden con todo”.
Es que traigo esta reflexión por dos ideas que recién se posaron en mi cabeza como mariposas:
Tengo un equipo de trabajo con hombres, y son muy dados a analizarlo todo antes de decidir. Y tengo un equipo con una mujer, muy parecida a mí. En una misma semana ocurrió que en un chat yo le contesté a mi equipo de hombres “sí a todo, estoy de acuerdo”, y les aclaré que no les estaba dando el avión; simplemente me interesaba avanzar con entusiasmo en el proyecto que estamos haciendo. Y dos días después, le pregunté algo a mi socia mujer y me respondió exactamente “sí a todo”. Cuando leí la respuesta, me reí.
Porque decir que sí tiene sus riesgos pero a la larga es más fácil: permite vivir más cosas, crear recuerdos, conocer gente, crecer como persona. El sí abre caminos y oportunidades. Te invito a pensar qué de lo que estás viviendo en tu vida y que amas empezó con un sí.
En mi caso, entre muchas cosas, firmar la compra de un departamento una semana después de quedarme sin trabajo; competir en triatlones y aguas abiertas luego de una infancia cero deportiva; enamorarme a pesar del miedo; poner mi negocio sin respaldo ni experiencia familiar y ahora escribir públicamente haciéndome de la vista gorda ante el pánico escénico. Hay muchos otros sí que costaron trabajo. Pero visto en retrospectiva, más vale un buen sí que muchos no’s.
Pienso que las únicas negativas con las que hay que quedarse son las que ponen límites y evitan que algo o alguien nos dañe. De ahí en fuera, el sí es una palabra linda que nos hace sonreír. Di que sí y vete en el espejo.
Consejos de la Mayo
Hurgando en internet me encontré un artículo de la Mayo Clinic sobre los beneficios en la salud de un pensamiento positivo. De ahí extraje una tablita que sirve de excusa para decir que sí más seguido En una tercera columna hice el ejercicio de poner las palabras que yo elijo para aventarme a hacer las cosas. ¿Cuáles son las tuyas?
Práctica de pensamiento positivo
Diálogo interno
Pensamiento positivo
En mis palabras
Nunca antes lo hice.
Es una oportunidad para aprender algo nuevo.
El que no arriesga no gana.
Es demasiado complicado.
Lo abordaré desde un ángulo diferente.
Si se atora, a ver a quién le pido ayuda.
No tengo los recursos.
La necesidad es la madre de la invención.
Ya veremos de donde, pero de que sale, sale.
Soy demasiado perezoso para hacer esto.
No he podido adaptarlo a mi agenda, pero puedo reevaluar algunas prioridades.
Me da flojera, pero se me tiene que quitar. Me voy a buscar un chicotito.
No hay forma de que funcione
Puedo intentar que funcione
¿Qué es lo peor que puede pasar?... y no es tan malo.
Es un cambio demasiado radical
Me arriesgaré
Hay que hacer la revolución (los que me conocen, reconocerán esta palabra).
Nadie se molesta en comunicarse conmigo
Veré si puedo abrir los canales de comunicación
Pues aunque no me pelen.
No voy a mejorar en esto
Lo intentaré de nuevo
A ver cómo le hago.
Notas del alma
Juan Carlos, mi maestro de meditación de vidas pasadas, una vez dio una clase hermosa, y concluyó su plática diciendo esto: “Deseo que en tu vida haya más ‘sí’s que ‘no’s”. Cuando empiezo a dudar o veo que alguien está muy renuente, me acuerdo de esta enseñanza y la comparto, como hoy estoy haciendo por si a alguien pudiera servirle.
Nos tomamos otro café pronto. No dejes de comentarme.
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